Corea del Centro es el nombre de un programa televisivo argentino. Corea del Centro podría ser también el nombre de un país imposible, cuya característica esencial consistiría en no ser ni Corea del Norte ni Corea del Sur.
En Corea del Centro, la presencia de una cámara no llevaría a los políticos a paroxismos de incivilidad: seguirían comportándose cortésmente, incluso amistosamente, entre ellos, como suelen hacer en privado. Procurarían no mentir y en lugar de azuzar los instintos más oscuros de la ciudadanía, se esforzarían en sosegarla. Aitor Esteban estaría disponible para dar clases particulares a los rezagados.
En Corea del Centro, los Gobiernos respetarían la independencia de los jueces. Y, asombrosamente, los jueces respetarían su propia independencia y renunciarían a las ventajas profesionales y económicas del juego político.
En Corea del Centro, los nacionalistas podrían jugar todo lo que quisieran con banderas, orgullos patrios, tradiciones inmarcesibles y hasta podrían ser xenófobos (entre ellos), pero pagándoselo de su bolsillo y sin molestar a la gente normal. No habría más fronteras que las de la Constitución.
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