sábado, 21 de diciembre de 2019

El precariado se rebela, por Guy Standing

El precariado se rebela en todo el mundo. En las últimas semanas ha demostrado su valentía en las calles y las plazas de Chile. También en las manifestaciones masivas del Líbano, en las acciones de los chalecos amarillos en Francia, y en Hong Kong. La indignación ha alcanzado un límite. La revuelta está en el aire.../... En todos los casos hay un hecho concreto, a menudo pequeño, que sirve de detonante, y el objeto de las revueltas varía. Pero lo que convierte el resentimiento por las desigualdades y la inseguridad en una rebelión abierta es la doble sensación de que las políticas económicas y sociales —y las instituciones que las promueven— están moralmente corruptas y de que es deseable y posible construir una realidad alternativa.../... ¿Está justificada la revuelta? Es una pregunta difícil. Equivale a reconocer que los cauces democráticos normales están obstruidos y corruptos. Existe un sentimiento cada vez más extendido de que, con el recurso a lemas simplistas, las relaciones públicas y unos medios de comunicación que están sobre todo en manos de la plutocracia, es posible manipular a suficiente gente como para preservar el modelo neoliberal.../... Y está por venir una pregunta aún más aterradora. ¿Está el Estado neoliberal construyendo poco a poco un aparato autoritario en el que las técnicas de vigilancia y otras similares puedan organizar movimientos en contra o permitir protestas de masas ocasionales y seguir adelante con impunidad? Los comentaristas señalan que, en los dos últimos decenios, ha habido más protestas masivas que nunca y, sin embargo, la situación ha empeorado. Existe un verdadero peligro de control autoritario. Si la energía del proletariado educado es capaz de movilizar nuevos movimientos progresistas, aún estaremos a tiempo de construir una política del paraíso para vencer nuestros peores miedos. Pero ese tiempo está acabándose. LEER

Socializar los algoritmos, por José María Lassalle

La ley que gobierna la revolución digital se llama el algoritmo. No es democrática. Tampoco nace de la soberanía del Estado, aunque condiciona más que una ley estatal. Estamos ante un producto que ordena y calcula a partir de datos y que, bajo la economía de plataformas, gestiona nuestra existencia cotidiana. Por lo menos la que tiene que ver con los contenidos y las aplicaciones que consumimos diariamente a través de dispositivos inteligentes.../... Hablamos de una norma matemática que predice y prescribe nuestra conducta. Incide en nuestra manera de ser en las redes y percute en nuestro inconsciente, así como en la reputación personal, profesional, laboral, sentimental e, incluso, política que acompaña nuestra vida. LEER

Todos catalanes, por Enric González

Cuando se hizo evidente que el franquismo se desmoronaba y mutaba en algo distinto, hacia 1976, sentí un malestar bastante profundo. Cosas de los 17 años. Crecí más o menos convencido de que ser catalán consistía en sufrir represión y opresión y estar en el bando correcto de la historia. ¿Qué iba a ocurrir tras el cambio político? ¿Íbamos a perder el dulce romanticismo de las reuniones semiclandestinas, la complicidad del nosotros contra ellos, la discreta heroicidad de acudir a manifestaciones prohibidas? Entiéndase que por entonces los riesgos eran mínimos y que “ellos” no eran otros que los que mandaban; por entonces, Barcelona (la real) y Madrid (la real) vivían un romance. Puestos en lo concreto, para mí “ellos” eran esos antidisturbios de gris, tan salvajes como idiotas, que daban palos en La Rambla. Nunca, desde entonces, he logrado mirar con simpatía a un policía. Lo siento. Sé que de aquello hace casi medio siglo y que entre ellos hay de todo. Pero sigo sin fiarme de ninguno.../... Miremos cómo estamos. Los independentistas que toman las calles, sin distinción entre los que se manifiestan y los que destrozan, se sienten oprimidos y reprimidos y en el lado correcto de la historia. Quienes se manifiestan este domingo a favor de la unidad de España y la Constitución, y añadamos también a los franquistas del aguilucho, por qué no, se sienten oprimidos y reprimidos y en el lado correcto de la historia. Y esa amplia mayoría que se queda en casa harta y hastiada, dolorida porque el país no tiene arreglo, se siente oprimida y reprimida y en el lado correcto de la historia.../... Y ya está. Todos tienen razón. Qué bonito es ser catalán. LEER

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Paul Preston, "El desarrollo del capitalismo ha alentado la corrupción"

La corrupción también puede dar risa. En España se ha trampeado con dinero público para adjudicar el monopolio del exterminio de ratas, se han colocado urnas en pocilgas o tejados para disuadir la participación electoral, se han deconstruido y volatilizado del paisaje monasterios históricos a golpe del talonario de William Randolph Hearst y se ha favorecido la instalación de ruletas trucadas en casinos por parte de todo un presidente del Gobierno de la Segunda República, Alejandro Lerroux. Pero las 775 páginas (168 de notas) del nuevo libro de Paul Preston, Un pueblo traicionado (Debate), que sale a la venta el próximo jueves 24, producen sobre todo un desasosiego incómodo: la corrupción ha corroído la espina dorsal del Estado durante los últimos 140 años.../... El enriquecimiento inmoral se generaliza, empezando por los dictadores. Franco se camufló durante años bajo una falsa austeridad pese a que comenzó a engordar su patrimonio desde los días crudos de la guerra. Entre 1937 y 1940 acumuló una fortuna personal de 34 millones de pesetas de la época. “Una fuente importante de liquidez para Franco era su apropiación de suscripciones teóricamente organizadas para cubrir el coste del esfuerzo bélico de los rebeldes. Por lo general, la contribución a estas iniciativas era obligatoria. Los ingresos se mantenían normalmente en secreto, lo que facilitaba la transferencia de fondos a una de las cuentas bancarias de Franco”, sostiene el hispanista en su libro. A partir de 1940, la Compañía Telefónica Nacional de España redondeó sus ingresos con 10.000 pesetas mensuales y, como desveló Ángel Viñas en La otra cara del caudillo (Crítica), obtuvo siete millones y medio de pesetas por la venta en el mercado negro de café donado al pueblo español por el dictador brasileño Getúlio Vargas. “La fortuna que dejó al morir ascendía al equivalente de más de 1.000 millones de euros de 2010”, señala Preston.../... La alianza entre corrupción e incompetencia política, escribe, “ha tenido un efecto corrosivo sobre la coexistencia política y la cohesión social”. En dos siglos: cuatro guerras civiles, más de 25 pronunciamientos, unas cuantas revoluciones sangrientas limitadas en el tiempo y en el espacio (Cataluña, Asturias…), la pérdida definitiva de los restos de un imperio y la catástrofe de Annual. Una pésima digestión para los militares, que durante muchas décadas se dedicaron a combatir al enemigo interior. “En gran parte gracias a la entrada en la OTAN y a las reformas de Narcís Serra, el Ejército y las fuerzas de seguridad han cambiado mucho”, elogia Preston.../... LEER

viernes, 29 de noviembre de 2019

El desfile de modelos, por Enric González

Veamos desfilar también los modelos europeos. En España, Vox proclama que el Estado autonómico que establece la Constitución es caro y disfuncional y quiere suprimirlo. Prefiere la discreta elegancia de un sistema centralista como el francés, que ha logrado convertir París y dos o tres ciudades más en fortines contra los que se alza una Francia suburbana y rural con servicios públicos de segunda clase. Muchos admirábamos el inefable montaje británico, que sin Constitución escrita y a base de tradiciones y sobrentendidos logró combinar durante muchísimos años los ideales de libertad y orden; ahora combina a Boris Johnson, Jeremy Cor­byn y el duque de York con el salto al vacío del Brexit. LEER

Entrevista a Thomas Piketty (El País, 24/11/19)

P. Propone un impuesto del 90% sobre el patrimonio de los más ricos. ¿Por qué el 90% y no expropiarlos? R. El objetivo es hacer circular la propiedad, permitir que todo el mundo acceda a ella. El impuesto sobre la propiedad permitiría financiar una herencia para todos de 120.000 euros a los 25 años. Ahora la mitad de la población no posee patrimonio. Aunque uno tenga un buen diploma y un buen salario, puede que una parte importante del salario sirva para pagar toda la vida un alquiler a hijos de propietarios y carezca de medios para crear su propia empresa. P. ¿Todos propietarios? R. Quiero una sociedad en la que todo el mundo pueda tener algunos centenares de miles de euros, y en la que algunos que crean empresas y tienen éxito tengan unos millones de euros, quizá a veces unas decenas de millones de euros. Pero, francamente, tener varios centenares o miles de millones no creo que contribuya al interés general. Hoy tenemos muchos más ricos con mil millones o más en Estados Unidos que en los años sesenta, setenta u ochenta. La promesa de Ronald Reagan en los años ochenta era que se reducirían los impuestos para los empresarios y que, aunque esto crearía más desigualdades, no sería grave porque habría tanta innovación y crecimiento que los salarios e ingresos aumentarían como nunca. Lo que se observó fue que el crecimiento se dividió en dos. LEER

La invisibilidad del poder, por Jordi Gracia

La impugnación del relato teológico y teleológico de la Transición fue una campaña antigua en él, pero lo fue también la crítica decidida, dura y metódica a la relajación inexplicable de los controles del poder por parte de los socialistas: el empantanamiento grogui en la corrupción sistémica hasta 1996 fue el acicate para redactar (y dejar inédito) Corrupción y política: los costes de la democracia. Ese fue también Pradera, cuando ya no dirigía Alianza Editorial pero meditaba a distancia sobre las complejidades de la democracia como codirector, con Fernando Savater, de Claves de razón práctica, y se asomaba al examen de la Transición y la democracia para aparecer, a vista de hoy, como el mejor analista que ha tenido aquel proceso y el primer y más corrosivo crítico de sus auténticas flaquezas. LEER

Entrevista a Michael Fullan (El País 26/11/19)

P. ¿Por qué es tan importante que los docentes trabajen conjuntamente para cambiar el sistema? R. Antes de dedicarme a asesorar a los Gobiernos era investigador. Uno de mis trabajos mostró que cuando los profesores están en el aula solos no lo hacen tan bien como cuando colaboran. Es un fallo histórico de la profesión, el aislamiento en el aula. La mentalidad es la de 'estoy solo en mi clase y no quiero que nadie me moleste'. Eso conlleva una limitación; solo aprenderá nuevos contenidos que estén a su alcance, se pierde la riqueza de los descubrimientos de sus colegas. Si el Gobierno impone el trabajo colaborativo entre docentes, por ejemplo, compartir un aula, no funcionará. La estrategia para el cambio tiene que ser sofisticada. Los buenos resultados llegan cuando los directores promueven esa colaboración. El modelo vertical no funciona. Los países que han intentado imponer nuevas reglas han fracasado. Desde que PISA empezó a medir los resultados internacionales en el año 2000, la mayoría de los países siguen estancados en los mismos resultados. Es una consecuencia directa de las malas políticas educativas. LEER

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Vuelta al pasado, por Julio Llamazares

Cuarenta años de democracia —30 de ellos integrados en Europa— han hecho creer a muchos españoles que nuestra historia no es la que fue y que nuestra tradición democrática es la misma que la de los franceses o los ingleses. Y no es así. Los españoles venimos de donde venimos, esto es, de siglos de intolerancia y enfrentamientos entre nosotros y de una dictadura que laminó cualquier intento de convivencia y cuyas consecuencias perviven en el tiempo. Si a ello le añadimos un atraso cultural afortunadamente muy mitigado en estas últimas décadas y un patriotismo mal entendido que pervive en amplias capas de la población y que nada tiene que ver con la de los habitantes de los países de nuestro entorno, para los que el patriotismo es un sentimiento, no una ideología, tendremos la explicación a las diferencias que caracterizan a la política española, comenzando por su exacerbación. Parece que es imposible que nuestros políticos hablen con normalidad. Siempre están al borde del enfrentamiento. LEER

domingo, 3 de noviembre de 2019

Prohibido romperse, por Eparquio Delgado

La resiliencia se parece bastante a un cuadro de Monet. De lejos fascina, pero al acercarte se desdibuja y se convierte en una amalgama de trazos inconexos. La mayoría de las definiciones aportadas hasta el momento hablan, de una u otra manera, de un afrontamiento positivo en respuesta a la adversidad, lo que no hace más que desplazar el problema (¿A qué llamamos “afrontamiento positivo”? ¿Qué es objetivamente una “adversidad”?). No está claro si se trata de una capacidad, una competencia o una habilidad. Si se refiere a un proceso o a un resultado. Si se trata de un fenómeno estable o cambiante en el tiempo, o si debe ser abordada como un rasgo o como un fenómeno interactivo. Todo el mundo habla de resiliencia, pero nadie consigue identificarla con rigor. A pesar de que la investigación sobre la resiliencia ha insistido en el papel de los vínculos familiares, el apoyo social, los cuidados y el ambiente del individuo como factores de protección ante las adversidades, las intervenciones se han centrado principalmente en promover características individuales como la flexibilidad, la autoestima, la perseverancia y las estrategias de solución de problemas. LEER