La ley que gobierna la revolución digital se llama el algoritmo. No es democrática. Tampoco nace de la soberanía del Estado, aunque condiciona más que una ley estatal. Estamos ante un producto que ordena y calcula a partir de datos y que, bajo la economía de plataformas, gestiona nuestra existencia cotidiana. Por lo menos la que tiene que ver con los contenidos y las aplicaciones que consumimos diariamente a través de dispositivos inteligentes.../...
Hablamos de una norma matemática que predice y prescribe nuestra conducta. Incide en nuestra manera de ser en las redes y percute en nuestro inconsciente, así como en la reputación personal, profesional, laboral, sentimental e, incluso, política que acompaña nuestra vida.
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