jueves, 23 de enero de 2020

Corea del Centro, por Enric González

Corea del Centro es el nombre de un programa televisivo argentino. Corea del Centro podría ser también el nombre de un país imposible, cuya característica esencial consistiría en no ser ni Corea del Norte ni Corea del Sur. En Corea del Centro, la presencia de una cámara no llevaría a los políticos a paroxismos de incivilidad: seguirían comportándose cortésmente, incluso amistosamente, entre ellos, como suelen hacer en privado. Procurarían no mentir y en lugar de azuzar los instintos más oscuros de la ciudadanía, se esforzarían en sosegarla. Aitor Esteban estaría disponible para dar clases particulares a los rezagados. En Corea del Centro, los Gobiernos respetarían la independencia de los jueces. Y, asombrosamente, los jueces respetarían su propia independencia y renunciarían a las ventajas profesionales y económicas del juego político. En Corea del Centro, los nacionalistas podrían jugar todo lo que quisieran con banderas, orgullos patrios, tradiciones inmarcesibles y hasta podrían ser xenófobos (entre ellos), pero pagándoselo de su bolsillo y sin molestar a la gente normal. No habría más fronteras que las de la Constitución. LEER

jueves, 9 de enero de 2020

Cataluña y el derecho a la autodeterminación, por Francesc de Carreras

Al día siguiente del mensaje navideño del Rey, el presidente de la Generalitat, Quim Torra, aludió al mismo: “Ayer oíamos que Cataluña era una seria preocupación. No, lo que es una seria preocupación es el Estado español en Europa. Un Estado que vulnera los derechos humanos, que incumple las resoluciones de los tribunales de justicia europeos y que niega a los catalanes su derecho inalienable a ejercer la autodeterminación”.Naturalmente, todas estas acusaciones son un disparate sin fundamento alguno aunque por razones de espacio no vamos a refutarlas. Solo pondré en cuestión el último inciso, que he destacado en cursiva: ¿Cataluña tiene derecho a la autodeterminación?../... El problema obvio para que el derecho de autodeterminación le sea reconocido a Cataluña es que no reúne, ni de lejos, las condiciones que le permitirían invocarlo. Ir por el mundo reclamándolo es hacer el ridículo, ningún Estado atenderá las peticiones del Gobierno catalán porque éste confunde y mezcla dos conceptos muy diferentes: el principio de las nacionalidades y el derecho de autodeterminación. Veamos ambos conceptos y llegaremos a la conclusión de que su naturaleza es distinta: uno es ideológico y el otro jurídico.../... En definitiva, en el derecho internacional, son sujetos del derecho de autodeterminación aquellos miembros de un Estado residentes en un territorio determinado cuyos derechos sean distintos y de peor condición al de aquellos otros que habitan en otras partes del mismo Estado. Es el caso de los miembros de los pueblos coloniales respecto de los de la metrópoli.../... En España se habla con frivolidad y desconocimiento del derecho a la autodeterminación. Unos, como Pablo Iglesias y su partido, lo utilizan en el sentido leninista; otros, como es el caso de los independentistas catalanes —sean los de Torra o los de Junqueras— lo confunden con el principio ideológico de las nacionalidades. En el derecho internacional vigente —al que están sujetos los actuales Estados— el derecho a la autodeterminación es una excepción al de unidad e integridad territorial de los Estados solo aplicable por motivos de desigualdad de derechos, de discriminación entre ciudadanos, no por razones identitarias de tipo ideológico. Así pues, tanto unos como otros, lasciate ogni speranza: Cataluña no tiene derecho a la autodeterminación. LEER

El malperder, por Lluís Bassets

El buen malperdedor, el que ha hecho de su malperder un virtuosismo, es incansable y obstinado. Nunca se corrige. Cava incansablemente en la misma dirección, hacia abajo, hasta convertir el agujero en fosa, hasta hundirse él mismo con sus obsesiones. Sin alternancia, no hay democracia. Puede haber urnas y votos, puede haber partidos e incluso libertades. La ley y el Estado de derecho pueden ser respetados. Pero no es una verdadera democracia aquella que no da pie a la alternancia. Pocos se atreven a negarla en sus palabras, salvo los abiertos apóstoles de la dictadura, pero no son pocos los que están dispuestos a obstaculizarla por todos los medios, aun a costa de vulnerar el Estado de derecho o de hacer burla de la democraciA.../... La negación de la alternancia no es una exclusiva de los sistemas totalitarios, donde el culto al partido único impide imaginar siquiera la existencia de partidos que compitan en las urnas y todavía menos que puedan sustituirlos. Y si sucede también en países de larga raigambre democrática, donde el poder ha sido secularmente sentido como patrimonio de las ideas y partidos conservadores, cómo no iba a suceder en el nuestro, donde quedó suprimida durante las cuatro décadas anteriores a la Constitución de 1978. El espectáculo parlamentario que hemos vivido estos días ha sido una exhibición de estas artes oscuras del malperder parlamentario. A falta de unos resultados favorables en sucesivas elecciones, la derecha española se ha comportado como el perro del hortelano, que no comía ni dejaba comer. Ni podía alcanzar una mayoría de gobierno ni se conformaba con que la formaran las izquierdas. Solo quedaba entonces el camino de boicotear la mayoría posible por todos los medios imaginables, incluida la coacción, la amenaza y, sobre todo, una especialidad de la casa, como es el uso y abuso de las instituciones. Tiene toda la lógica y no es ni mucho menos una exclusiva española: véase el rumbo nefasto del trumpismo. Cada uno usa libremente lo que considera que es de su propiedad. Eso suelen creer las derechas respecto a las instituciones, instrumentales para erosionar la democracia cuando las urnas no arrojan el resultado deseado. Dispuestas a sacrificarlas y erosionarlas con tal de evitar la alternancia. Incluyendo las más altas, como la institución monárquica, o las más delicadas y arbitrales, como el sistema judicial. Ese cavar incansable llevará, al final, cuando la alternancia sea ya un hecho, a negar también toda legitimidad al Gobierno legal y legítimo bajo excusas osadas e increíbles que apelan a la moral. Quienes se llenan la boca de la Constitución, terminarán así convertidos en el auténtico frente contra la Constitución, la regla de juego que exige los guardarraíles de la tolerancia y de la contención para que la democracia no se vaya por el desagüe hacia el que la conduce ese hosco y rencoroso malperder.

lunes, 6 de enero de 2020

Para la Europa potencia, por Sami Nair

Todo el mundo entiende que el actual modelo productivo necesita una metamorfosis verde que requiere trastocarlo en profundidad. Es una labor a largo plazo, de parámetros complejísimos, cuya finalidad no está consensuada. Pero poner sobre la mesa el desafío verde no debe servir para ensombrecer los problemas estructurales de gestión de la economía que el conjunto europeo debe solucionar con urgencia. La política macroeconómica de la Comisión no responde ya a las necesidades de la nueva época, porque el ciclo monetarista sobre el que se basaba desde finales de los años noventa provoca daños sociales que amenazan el mismo proyecto europeo. Limitar la estrategia económica a la política de competencia y de reducción de los déficits es un mantra liberal que impide estructuralmente la construcción de programas de interés general europeo.../.. Se trata, en suma, de saber si Europa quiere existir en sí misma, es decir, no solo ejercer como un espacio económico regional, sino devenir en actora estratégica en el orden mundial. Cuestión que no es abstracta, pues atiende a un sistema planetario dominado por grandes naciones homogéneas y potentes: EE UU, China, Rusia, y, en el futuro, la India y Brasil. Europa no es una nación, es un ente que solo ha buscado homogeneizarse comercialmente; ahora bien, ha llegado el momento de tomar conciencia de que necesita, si no quiere diluirse en la globalización, una estrategia económica que beneficie realmente a sus poblaciones y una presencia política mundial que no sea solo retórica. LEER

sábado, 4 de enero de 2020

Algo huele a podrido en la Puerta del Sol, por Javier Moreno Luzón

Unos cuantos procesos judiciales llevan camino de demostrar que la Comunidad de Madrid estuvo gobernada, durante años, por un puñado de filibusteros. Ignacio González, vicepresidente desde 2003 y presidente entre 2012 y 2015, es el centro de la Operación Lezo, que analiza el desfalco del Canal de Isabel II. Se llama así porque Blas de Lezo defendió en el siglo XVIII Cartagena de Indias, donde se vio a González cargado con bultos sospechosos, tal vez regalos de sus cómplices. Francisco Granados, consejero de Presidencia de 2004 a 2011, da su nombre al caso Púnica (en latín, el granado es punica granatum), sobre una trama que cobraba comisiones a empresas por contratos de la Administración. Ambos fueron acusados de organización criminal y pasaron una temporada en la cárcel, a la espera de otros acontecimientos. Junto a ellos hay decenas de personas investigadas por corrupción, la mayoría cargos municipales y autonómicos. Algo huele a podrido en la Puerta del Sol, sede de la Comunidad. LEER

jueves, 2 de enero de 2020

Comida de pobres, por Enric González

En España, de acuerdo con los baremos de la Unión Europea, una de cada cinco personas sufre “riesgo de exclusión”, es decir, está mal. Y cinco de cada cien ciudadanos sufren la llamada “privación material severa”, también conocida como hambre y frío.../... No creo que eso nos quite el sueño. Aunque sepamos que no es así, actuamos como si ellos se lo hubieran buscado. Como si la pobreza fuera electiva. Como si ignoráramos (y no es el caso) que nuestra alimentación y nuestras comodidades dependen casi siempre del azar: dónde nacimos y quién nos educó. Los casos de heroica superación personal son muy pocos; la gran mayoría de las biografías son fruto del azar, de la inercia y de las condiciones sociales.../... Seguiremos leyendo que la pobreza se resuelve creando riqueza. Qué más da que no sea cierto. La economía española creció más del 17% entre 2014 y 2018. En ese período, los porcentajes de pobreza se mantuvieron casi idénticos. Pero hablar de distribuir la riqueza, empezando por subir impuestos a quienes más tienen y siguiendo por discutir todo lo discutible en el sistema, se considera de mal gusto. Ni siquiera es progre: es rojo, antiguo y huele a rencor de clase. LEER