Por eso, enrabietado, blande el bastón en su modesto sotabanco, asustado ante la implacable ola de calor, y se grita a sí mismo, si bien dirigiéndose a unos protagonistas de la vida política que ni le ven ni le oyen, que aunque ya no quedan muchos sueños por los que apostar, hay uno que ha permanecido agazapado durante años y que ahora, precisamente ahora, podría llegar a cumplirse: un Gobierno de izquierdas. Qué pareja de palabras tan guapas y tan bien avenidas, que solo de enunciarlas da gusto verlas pasear. Admiren de nuevo, señores, tan bella eufonía: Gobierno de izquierdas.
¿Y quién impide que se produzca tal cosa? Pues los dirigentes del PSOE y de Unidas Podemos, dicho así a las bravas, que para qué nos vamos a complicar la existencia, se dice José K., harto de leer, y ver y oír, las mismas pamemas en periódicos, radios y televisiones, repetidas una y otra vez por esos portavoces de los partidos que hablan con voz de plástico y emiten peroratas de plástico.../..
Pues recordemos, por ejemplo, que la batalla de Madrid se ha perdido, y no sabemos para cuánto, por la absoluta incompetencia de la izquierda, incapaz de hacer un frente común ante la que se avecinaba. Ahí está el desastre, ahí nos colma la amargura.
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