A veces, la poesía es la única manera de expresar el sentimiento que a uno le invade y que no podría o sabría contar de otra forma: “Tu piel de hierbabuena apagaba la luz / cuando la luz era un tímpano fino / de la única vela / Nuestros caminos eran oscuros, / Novalis atardecía apenas mudo / como reconociendo el sueño de la noche que ama / fugitiva”, concluye su poema Andrea Bernal en un final que valdría también para el año que terminará esta noche y que será celebrado de un lado a otro del mundo con las luminarias y las campanadas de siempre, con la alegría repetitiva y artificial de todos los años, esa que nos sirve a todos para engañar a nuestras conciencias o para negar lo que no nos gusta.
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