Queridos niños:
Este año permitidnos que también los Reyes Magos os escribamos. Confiamos en vosotros para que habléis con vuestros mayores, entre ellos no se hablan. Les habréis oído despotricar contra el Gobierno o la oposición, los fachas o los comunistas. Debemos deciros una cosa: los fachas y los comunistas no existen, son los padres. Es decir, no es gente desconocida y maléfica, son los padres de alguno, vuestros propios padres pueden serlo para alguien, y vosotros que los conocéis, y conocéis a los padres de vuestros amigos, seguramente pensaréis que no es para tanto. Pasa igual con los inmigrantes que nos invaden: son como tú y nosotros –que también somos extranjeros–, suelen llegar en avión y, por ejemplo, trabajan limpiando tu calle, tu casa o el culo de tu hermanito o del abuelito. Morir ahogado por eso, la verdad, como invasión deja mucho que desear.
Personalmente, hace décadas que no vemos ningún comunista, salvo de boquilla. Gente de izquierdas sí, pero eso es distinto, aunque a los de derechas les fastidian igual y les llaman radicales, aunque sea por subir el IVA de las bebidas azucaradas. En cuanto a los fachas, no os creáis que son fascistas tal cual, es algo sentimental: la bandera, la grandeza de la patria, en fin, como los independentistas, solo que la independencia de España ya la tienen, pero siempre está en peligro. Por eso están tan tensos. En realidad ven otros peligros, quieren pagar pocos impuestos y el que venga detrás que arree. Lo normal, el mundo siempre ha sido así, para qué cambiarlo, por eso se llaman conservadores.
Llamarse fascistas y comunistas es una forma de darse importancia, pero mutuamente, para que el otro dé miedo. Luego, en el poder, unos no hacen planes quinquenales (las elecciones son cada cuatro años) ni suprimen la propiedad privada, todos tienen hipoteca. Y tampoco los otros fundan un movimiento único (son tres partidos, a ver cómo hacen) ni planean invadir Portugal, aunque no se puede descartar que espíen con una policía secreta, eso ya lo han hecho. En realidad cuando mandan todos de primeras se ponen a fastidiar al otro y hacer favores, una cosa española de siempre, ajena a las ideologías pero común a todas ellas. Cacicadas, como una exministra de Justicia de jefa de los fiscales y un amiguete en el CIS (el otro día un tasador de pisos le propuso a un conocido hacerle un Tezanos, que saliera lo que quisiera), o dejar sin dinero a quien busca a familiares desaparecidos y vender pisos públicos a fondos buitre por debajo del precio de mercado. Pueden hacer cualquier cosa, dentro de la ley: Aznar negoció con ETA y, al igual que Rajoy, acercó presos etarras al País Vasco, y Sánchez se apoya en independentistas catalanes y vascos. El poder todo lo permite, y es mucho peor que lo tenga el otro, eso sí que es malísimo, dónde va a ir a parar.
Observad como, al revés que los niños, los mayores no se equivocan nunca: cada día le dan la vuelta a las cosas para tener razón siempre. A vosotros no os creen cuando decís que el profesor os tiene manía: bueno, ellos sí, siempre es el otro que les tiene manía y hace todo mal. Estaréis preocupados oyéndoles (¡es una dictadura! ¡rodea el congreso!) pero no os asustéis. Cuando les dé un calentón, les abrazáis fuerte fuerte, decidles que todo irá bien, que habrá otras elecciones y podrán votar lo que quieran. En España a todos los Gobiernos que lo han hecho mal los han echado. De todos modos, traeremos esa camiseta que muchos han pedido (“Yo sobreviví a la dictadura socialcomunista”), aunque son prematuras, esto puede ir para largo, y luego se pasa de moda. Disfrutad del espectáculo y fijaos bien en cómo mienten, que un día seréis mayores, y dejaréis de escribirnos.
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