Sin embargo, hay que recordar que casi nunca es posible acabar con una idea, ni siquiera con una idea retorcida, tan solo a palos. Es necesaria una respuesta, una idea alternativa, son necesarias unas creencias más atractivas, unas promesas más convincentes. No me opongo de ninguna manera al uso del palo contra los asesinos. No soy pacifista, no creo en lo de ofrecer la otra mejilla, ni tampoco comparto esa idea tan extendida de que la violencia es el mal absoluto. Desde mi punto de vista, el mal más extremo no es la violencia en sí misma, sino la agresividad. La agresividad es “la madre de toda la violencia”. La violencia es la materialización de la agresividad. Efectivamente, muchas veces hay que contener la agresividad a palos. Lo que pasa es que esos palos deberían ir acompañados de una idea atractiva y convincente. Sin una idea así, los fanáticos, sean del tipo que sean, ocuparán el espacio vacío.
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