El debate sobre política educativa sigue preso de ideas que cada vez se muestran menos apoyadas en la evidencia. Más presupuesto, mejor educación. No es eso lo que estamos aprendiendo con la crisis.../...
La política educativa es mucho más compleja que las proyecciones ideológicas que sobre ellas se hacen. Los agentes educativos tienen razones lo suficientemente poderosas como para que el efecto de la crisis afecte de formas no previstas por las simplificaciones de las diversas ideologías. Todos quieren mejorar los resultados educativos, sin duda. Pero también tienen otros objetivos..../...La conclusión es que en la política educativa debemos tener un conocimiento profundo más allá de lo que se puede “operacionalizar” mediante números, como tienden a hacer muchas lecturas de PISA. Es necesario un conocimiento profundo de la realidad educativa de cada país, de las particularidades de sus instituciones, de las estrategias de familias, estudiantes, profesorado, gestores y autoridades educativas… de su historia, de las instituciones de su mercado de trabajo, etc. Sobre todo, hay que tener muy en cuenta que lo que funciona bien en un contexto educativo puede no hacerlo en otro, porque se interpretará en un ambiente social diferente, con resultados imprevisibles. Quizá, lo mejor para reformar no sea copiar acríticamente aquello que hacen los países con buenos resultados, cuando PISA está mostrando que ni los fineses saben muy bien qué estaban haciendo bien, ahora que sus resultados empeoran.
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