Siempre me pregunto cómo puede explicarse que el amor, una experiencia decisiva para el individuo, no sea objeto de conocimiento y de estudio en la escuela: su historia, sus batallas, la naturaleza de su dominio, su retórica, sus juegos de acercamiento y de seducción, la diplomacia que requiere, las miserias del abandono, la hipocresía de los intereses que cubre, la necesidad infatigable que tenemos de él. Se habla del amor como de un hecho misterioso cuando se trata de una poderosa maquinaria, tal vez el único refugio que nos queda como especie, donde una persona puede percibir la aprobación de otra sosteniéndola frente a las dudas que alberga sobre sí misma.
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