Rob Riemen (Países Bajos, 1962) cree firmemente en los beneficios de aprender poesía de memoria. Lo importante, argumenta, es cultivar el espíritu y crear individuos independientes que piensen por sí solos. En parte por eso fundó hace casi tres décadas el Instituto Nexus en Amsterdam. El objetivo es estimular el debate y mantener viva la tradición del humanismo europeo. En su nuevo ensayo, El arte de ser humanos. Cuatro estudios (Editorial Taurus, 2023; también disponible en catalán, L’art d’esdevenir humà, de la editorial Arcàdia), el pensador da un paso más y propone algunas claves para recuperar los valores universales que nos definen como seres humanos. Sólo así, asegura, se podrá derrotar el auge del extremismo. Estudioso del Nobel alemán Thomas Mann, atiende a Ideas en un restaurante del centro de París.
PREGUNTA. Sobre Nexus, el expolítico canadiense Michael Ignatieff dijo: “Este es el único encuentro en el que en la misma plataforma puedes encontrar a un almirante y a una cantante de ópera”. ¿Por qué es importante escuchar a personas tan distintas?
RESPUESTA. Empecé con Nexus cuando era estudiante y me sentía horrorizado por las limitaciones intelectuales del mundo académico. Hace tiempo que perdieron la relación con la idea y el significado original de la universitas, el tipo de conocimiento que se supone que deberían ofrecer a los estudiantes. Otra cosa con la que tengo verdaderos problemas es con las ideologías, porque impiden cualquier forma de pensamiento independiente y de espíritu crítico. El tercer argumento es que creo firmemente que existe la verdad, la verdad metafísica, pero nadie puede pretender ser el poseedor de la verdad. En el momento en que haces esa afirmación eres un fundamentalista.
P. Y es lo que critica.
R. Lo que critico es que [las Universidades] ignoran su propósito original, que es la educación que proporcionaba Sócrates, es decir la formación espiritual de los jóvenes, el conocimiento indispensable que necesitan para convertirse en un ser humano. Cicerón lo dice muy bien en sus Disputas tusculanas: “Cultura animi, philosophia est”. El cultivo del alma humana es la búsqueda de la sabiduría. Todo el libro se basa en la idea fundamental de que tenemos que reencontrar el significado de las palabras. Es lo que dice Thomas Mann, es lo que dice [Robert] Musil. Hemos olvidado qué es la democracia, qué es la libertad, qué es la verdad.
P. ¿En qué sentido?
R. En general, hemos reemplazado nuestra búsqueda de la sabiduría y la calidad por una obsesión por la cantidad, los números, lo útil. Hoy, los influencers son los que tienen más números, pero no tienen nada que ofrecer. Me siento feliz de formar parte de una generación cuyos influencers eran los escritores que admirábamos: Thomas Mann, Gabriel García Márquez, Mario Vargas LLosa, Albert Camus...
P. ¿Cree que a las generaciones actuales les falta leer o conocer mejor el pasado?
R. Empieza con una falta de confianza en uno mismo. Cuando creces en esta sociedad occidental tan próspera y te machacan constantemente el cerebro con tu éxito, con la persona que deberías ser y que todo se basa en lo que tienes y no en lo que eres, acabas con un enorme vacío interior. El propósito del libro es empoderar a todos aquellos que quieren reencontrar las virtudes y los valores que se necesitan para hacer realidad la tan necesaria victoria de la democracia y derrotar la mentalidad totalitaria que crece en casi todas partes.
P. ¿No pasaba lo mismo con las generaciones anteriores?
R. En un esquema general, antes estaba el fenómeno de la religión. La gente crecía en una sociedad basada en la religión. Lo segundo es que el gran cisma en la historia occidental fue la Primera Guerra Mundial. Por eso empiezo el segundo estudio de mi libro con eso. Porque hizo saltar por los aires todo aquello en lo que creían. Existía esa fe en el progreso, en la ciencia, en la educación moral. Había fe en Europa y en la cultura europea. Pero cuando la guerra terminó, miraron hacia un continente en ruinas. Todo había desaparecido. ¿Cómo pudo suceder esto? [Robert] Musil escribió que cada tiempo necesita una razón de ser. Y dijo: la época empírica no la ha encontrado todavía. Luego, Thomas Mann se toma muy en serio a los filósofos Jan Patocka, Husserl, que dicen que la esencia de la identidad europea es el cuidado del alma y se basa en la capacidad individual. Y aquí está mi crítica a la cultura woke y a todas esas obsesiones con las cuestiones de identidad.
P. ¿Por qué cree que está tan presente? ¿No demuestra que algo no funcionaba?
R. El credo del humanismo europeo es que la verdadera identidad de cualquier ser humano, sea cual sea su género, su origen social o su creencia, se basa en lo que tenemos en común. Todos los seres humanos podemos vivir en la verdad, crear belleza, hacer justicia y tener compasión. Y esta es nuestra verdadera identidad.
P. ¿Cómo lo perdimos y quién es responsable?
R. Lo perdimos con lo que Nietzsche llamaría la muerte de Dios, lo que los humanistas llamarían la pérdida de los valores trascendentales. Somos nosotros, todos nosotros. La gente puede lidiar con muchas cosas pero hay una cosa con la que nadie puede lidiar y es el vacío total. Nietzsche lo sabía. Sabía que entraríamos en la era del nihilismo, donde ya no hay valores, pero la gente no es capaz de afrontarlo. Así que encuentran sus propios sustitutos.
P. ¿Y cómo recuperar esos valores?
R. Hace falta valor para salirse del grupo, para no tener miedo a ser diferente. Y es otra vez Nietzsche el que les dice a los estudiantes ‘no me pregunten a mí’. Lo tienes que hacer tú mismo.
P. ¿Y si uno se equivoca?
R. Hay un poema de Robert Frost El camino no tomado: todo el mundo usa el camino general, pero tienes que tomar el otro. Pero para ser capaz de hacer eso, necesitas cierta educación. Tienes que tener este conocimiento con los poetas, los filósofos, los pensadores, los artistas, los pintores. Ellos pueden ayudarte a superarlo. Por eso existe el mundo de la cultura, de las artes, de la filosofía y de las humanidades. Las principales preguntas de la vida nunca serán respondidas por la tecnología, la ciencia o el dinero.
P. ¿Cómo explica el éxito de la extrema derecha en tantos países?
R. La pregunta es por qué el fascismo no ha desaparecido. Es un tipo de cáncer que siempre podrá crecer en una sociedad de masas, en una democracia de masas. ¿Cuál es la diferencia entre una democracia de masas y una democracia? Una democracia se basa en valores morales espirituales. Es algo por lo que hay que luchar, por eso es el modelo de gobierno más elitista que existe. Exige a todo el mundo que sea responsable, que piense como ser humano, que esté educado, que tenga la capacidad de escuchar. Una democracia de masas, sin embargo, es todo lo contrario. Se rige por el miedo y la codicia. Se basa en la política de la mentira, el odio y el resentimiento. Es lo que pasa cuando tienes una masa de personas que ya no son seres humanos pensantes independientes, sino que sólo quieren formar parte del grupo y están dominadas por sus propios miedos y deseos. Se volverán vulnerables para los demagogos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario