miércoles, 26 de febrero de 2020

Entrevista Gilles Lipovetsky (El País ,2/02/20)

¿Cuáles son, a su juicio, las razones que impulsan esa carga de odio en el discurso político de la que hablaba? Viene de dos factores de fondo. Primero, una situación nueva de inseguridad generalizada frente a la cual no hay soluciones claras. Segundo, la gente ya no confía en los partidos tradicionales porque está descontenta desde hace tiempo por muchas cosas. La política ya no le ofrece esperanzas. El agotamiento del debate político ha traído furia y ha traído odio. Cuando fracasan las organizaciones de intermediación, lo que queda es el individuo. Y sus reacciones inmediatas.../... Antes la gente no quería comprarse todo el rato el último modelo de tableta, ni de smartphone, ni quería ir de vacaciones a todos los lugares posibles, ni coger el avión cada fin de semana, ni vivir en un loft estupendo, ni ir al restaurante un día sí y un día no…, sencillamente no se vivía así. Yo fui a un restaurante por primera vez cuando tenía 25 años. Ahora con ocho años van con frecuencia al McDonald’s. Así que, por un lado, tenemos una sociedad en la que crecen sin parar las desigualdades, pero por otro tenemos un volumen de aspiraciones que tampoco para. Es, más que el bienestar, el sueño del bienestar. ¡Las marcas de lujo! Antes ni pensabas en eso. Hoy, cualquiera en un barrio popular puede llevar unas Nike de 125 euros. Y todos los jóvenes saben lo que es Louis Vuitton, Hermès, Gucci…, ¡solo viven para las marcas! No quieren unos zapatos, quieren una marca de zapatos.../... ¿Qué se puede hacer? Hace falta una economía liberal, porque es la única vía posible hacia la iniciativa y la eficacia. Pero al mismo tiempo hay que ayudar a la gente porque, si no, vamos hacia una situación explosiva. La mejor solución es lo que ya hacen en ciertos países escandinavos, lo que llaman “la flexiseguridad”. Una economía flexible, en la que se pueda despedir a la gente si es necesario, pero en la que haya a la vez programas de formación y de reciclaje de competencias, y no un simple sistema de asistencia social. Cuando se despide a alguien se le dan los medios para reciclarse. Así, al menos, no tendrá la sensación de que la sociedad lo ha abandonado. Y en segundo lugar, hay que invertir en educación, en inteligencia y en creación. LEER

jueves, 13 de febrero de 2020

Ciberfascismo, por José María Lassalle

No podría entenderse el avance del populismo sin el uso de estrategias masivas de comunicación digital. Estas utilizan una agresividad argumentativa y una dinámica de viralización que adapta en clave posmoderna la violencia que el fascismo utilizaba en la calle durante el periodo de entreguerras. El ágora de entonces son las redes sociales de hoy. Un espacio público que hegemoniza progresivamente el populismo y, en particular, un neofascismo que emplea una guerra relámpago contracultural que desestabiliza las bases emocionales y epistemológicas de la democracia.../... El objetivo es desplazar el eje de legitimidad de la democracia del liberalismo al populismo. ¿Con qué fin? Con el de poner las bases para una dictadura que no utilizará la violencia explícita y masiva del pasado, sino una estrategia algorítmica que predecirá y prescribirá lo que el pueblo quiere de antemano. Para lograrlo, antes hay que deshacer por dentro la institucionalidad de la democracia liberal y desacre­ditarla socialmente. Una tarea que el ciberpopulismo afronta a diario al golpear con precisión los mecanismos argumentativos de la democracia liberal. LEER

martes, 4 de febrero de 2020

Entrevista a Manuela Carmena (El País, 1/12/19)

Hay un desajuste muy grande entre el sistema de enseñanza y la sociedad. Yo insisto mucho en el placer de aprender. La idea de que es un esfuerzo que hay que hacer para salir adelante y para que los padres estén contentos es una pérdida enorme. Hay que volver a sentir el placer de estudiar, de investigar. Eso implica concebir la enseñanza de una manera completamente diferente. Hay que trabajar la curiosidad, la imaginación.../.. La educación es el gran fracaso de la democracia española. La democracia no se vive en la escuela. No entiendo por qué no se hacen Parlamentos en la escuela, por ejemplo.../... La izquierda española ha sido muy poco imaginativa, poco creativa. Hay que pensar por qué algunos conceptos de la izquierda no han fructificado. Siempre me ha interesado por qué se ha valorado tan poco a la persona en la izquierda. Siempre se habla del colectivo. La individualidad genera desconfianza en la izquierda, y es un error. Nunca se ha visto bien la imaginación, la originalidad, la creatividad. Si tú no creas, no rompes moldes, no los va a romper la Iglesia. El espacio que se ha dejado a la Iglesia es por la propia pobreza de la izquierda. En España hay una izquierda muy antigua, que no ha renovado conceptos. Hasta en la concepción de la pareja, de la que hablo mucho en el libro, la izquierda tiene una visión tradicional. Tenemos una izquierda muy conservadora, que no se ha ganado a los jóvenes. LEER