Un inglés pregunta a otro cómo ir a cierto lugar y obtiene la siguiente respuesta: “Yo que usted no saldría desde aquí”. Me acuerdo de este chiste cada vez que escucho propuestas políticas que parecen decir algo semejante, dando a entender que podría tomarse como punto de partida una realidad distinta de la que tenemos, nos guste o no. Con soluciones inapropiadas para problemas mal diagnosticados no se llega a ninguna parte, no al menos al lugar deseado.../...
No es extraño que estando así las cosas, en vez de diálogo lo que tenemos son monologuistas que lanzan una soflama de convicciones absolutas y se asombran de que los demás no se pongan de rodillas y se rindan ante tales evidencias. El uso y abuso de grandes palabras —Estado de derecho, legalidad, democracia…— parece ahorrarnos el esfuerzo de concretar cómo pueden realizarse esos principios en una realidad como la que tenemos delante.../...
El procedimiento para arribar a una solución (si es que podemos hablar en estos términos) tendría que respetar a mi juicio cuatro principios: el de representación, el de revisabilidad, el de constitucionalidad y el de indeterminación.
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