martes, 27 de noviembre de 2018

Política de serrín y estiercol, por Joaquín Estefanía

La estrategia de la crispación no se debe al grado de exaltación, y hasta de locura, de quien la practica, sino que es una estrategia deliberada porque entiende que le beneficia para sus intereses electorales. Llegó desde los EE UU de Bush II y sus neocons, y la teorizó su principal asesor, Karl Rove. Los politólogos han definido esa estrategia de la crispación como un desacuerdo permanente y sistemático sobre las iniciativas del antagonista político, presentado desde la otra parte como signo de un cambio espurio de las reglas del juego y, en última instancia, como una amenaza a la convivencia o al consenso democrático.Se implanta mediante la ausencia total de colaboración con el Gobierno en algunos temas que, en buena parte, se corresponden con los que hasta hace poco tiempo se habían identificado como “temas de Estado” (política antiterrorista, exterior, territorial…), que ocupan el centro de la agenda política. Así, el partido que lidere la estrategia de la crispación renunciará a discutir las políticas del Gobierno tratando de deslegitimarlas por todos los medios; rechazará de modo sistemático las iniciativas del Ejecutivo evitando competir con él mediante la contraposición de las suyas propias; se negará a aceptar cualquier oferta de acuerdo por parte de los gobernantes, inclinándose a invertir los papeles, y exigiéndoles a aquellos acuerdos y compromisos basados en sus contrapropuestas, como si le correspondiese a la oposición la dirección de la política nacional. LEER

sábado, 24 de noviembre de 2018

Por qué ganó Trump,por Antonio Caño

¿Cómo es posible que semejante truhán se haya ganado la confianza de tantos norteamericanos? Ya se han dado muchas razones y algunas van bien encaminadas: el daño producido por la crisis de 2008 en el cinturón industrial del país, el pánico de la minoría blanca tras la victoria de Obama, la resistencia de ese mismo grupo a la pérdida de los privilegios de los que han gozado históricamente. Lo cierto es que por esas y otras razones, hay más votantes de Trump de los que uno cree reconocer. Como dice en The Washington Post el escritor Paul Theroux: “Hay muchos Trumpers ruidosos, pero hay muchos Trumpers vergonzosos también; yo he descubierto muchos en mi adorable y progresista familia, y quizá en la de ustedes también los hay”. Tal vez una de las razones del éxito de Trump es que su discurso y su conducta no resultan tan ajenos a los valores y tradiciones americanas como se puede creer. Ciertamente, Trump no es digno ocupante de la silla de Lincoln o Roosevelt, pero no está tan lejos del temperamento, la falta de escrúpulos y el odio de Nixon hacia sus rivales. No se identifica con el intelectualismo de Obama o Wilson, pero sí con el populismo de Reagan. Podemos seguir dos años más lamentándonos del desastre que representa Trump, ajeno a los valores que nos gustan a nosotros, como la solidaridad, la compasión, la diversidad, el civismo, la educación, o pensar en qué motiva a quienes no los comparten a buscar opciones tan radicales y disparatadas. Si esto no se resuelve a tiempo, Trump seguirá en la Casa Blanca después de 2020. LEER

lunes, 12 de noviembre de 2018

Todo por la gobernabilidad, por Enric González

El difícil tránsito del franquismo a la democracia parlamentaria, y la conciencia de una historia turbulenta y en ocasiones penosa, nos dejó en herencia una excesiva preocupación por la gobernabilidad, es decir, por extremar las medidas de seguridad contra posibles descarrilamientos colectivos. En ese mismo difícil tránsito se mantuvieron privilegios inadmisibles de los entonces llamados “poderes fácticos” Gobernar España es complicado porque el país es complicado. Pero la gobernabilidad ha estado siempre garantizada por el único sujeto que puede garantizarla: el conjunto de los ciudadanos. Si echamos la vista atrás y contemplamos el paisaje de estas últimas cuatro décadas, el factor esencial de sensatez ha sido la ciudadanía.../...Trabajamos (cuando podemos), votamos razonablemente y, al menos de momento, nos aguantamos las ganas de enviarlo todo a hacer puñetas. LEER

lunes, 5 de noviembre de 2018

Entrevista con Boaventura de Sousa Santos, por Javier Martín del Barrio

Vivimos un ciclo reaccionario, típico entre los intervalos de globalizaciones. Es un tiempo en el que aumenta la agresividad y la rivalidad entre países -en Europa dio origen a dos guerras-. Su cara visible es Steve Bannon, ex asesor de Trump. No es casual que su organización, The Movement (El Movimiento), se haya instalado en Bruselas. Su objetivo es conseguir una mayoría de euroescépticos en las elecciones europeas de mayo y así destruir, democráticamente, la UE. Portugal demostró que el neoliberalismo era una mentira. Con soluciones contrarias a esa ideología, el Gobierno ha dado un respiro a las clases populares. La economía crece, la inversión llega, el paro baja. Si esto hubiera ocurrido en otro país sería noticia mundial. LEER