a indignación de los progresistas contra los populistas está muy bien, pero no es suficiente para derrotarlos en las elecciones. La razón es que no están planteando bien la batalla. El problema no son los populistas, sino saber por qué tantas personas los apoyan pese a los riesgos que significan.
Mientras las élites no acepten que tienen una importante responsabilidad en el ascenso de los populistas, difícilmente se conseguirá derrotarlos. En este escenario político de ascenso de la extrema derecha, el triunfo de Emmanuel Macron en Francia —o el Gobierno socialista de Pedro Sánchez— puede ser el canto del cisne antes del triunfo total del populismo en Europa.
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