Existe una serie de conceptos a nuestro alrededor en el mundo de la política, la economía y lo público que, siendo utilizados masivamente, contribuyen a esa manipulación del lenguaje que debilita la calidad de la democracia y contribuyen a destruirla o a debilitarla.
Las “armas inteligentes” son aquellas que deben matar a los malos y perdonar la vida a los buenos, y al “banco malo” se le endosan los activos tóxicos del resto de las entidades que de esta forma se convierten implícitamente en bancos buenos. La “confianza” se atribuye siempre a los mercados, para lo que hay que hacer siempre las mismas cosas: bajos salarios, deterioro de las pensiones, reducir el papel del Estado, flexibilizar el mercado de trabajo, etcétera.
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