¿Qué nos impulsa al lado oscuro? ¿Por qué tantos jóvenes de “discreta vida” se transforman en terroristas dispuestos a inmolarse en el nombre de una creencia religiosa extremista? Decía Dostoievski que no hay nada más fácil que condenar al malhechor, pero nada más difícil que comprenderlo. Y en pocas ocasiones esta afirmación resulta más acertada que en el caso del terrorismo yihadista.
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