Sostiene que el único riesgo de internet somos las personas porque se vive en un mundo superdesarrollado tecnológicamente pero subdesarrollado éticamente. Una tecnología sin ética es muy peligrosa.
Sí, pero lo que pasa es que el genio ha salido de la botella. La tecnología no la vamos a parar ni la vamos a cambiar. Mejor nos reparamos a nosotros mismos. Pero, efectivamente, ha habido un deterioro ético. Ha habido una individualización total de los proyectos personales y una debilitación de las instituciones tradicionales de control social sin que hayan surgido nuevas. No es que yo vaya a defender la familia tradicional, la religión tradicional o el Estado tradicional…, pero todo eso se ha debilitado. La globalización ha debilitado en la práctica el poder de los estados nacionales, el proceso de secularización en nuestro ámbito ha disminuido los controles de una moral religiosa, la crisis del patriarcado en la familia ha hecho que haya una gran inseguridad en las relaciones personales y una ruptura real de la disciplina tranquila y sistemática de los niños y de los jóvenes dentro de la familia. Todas las instituciones que aseguraban una cierta estabilidad han dejado paso a una individualización: yo y el mundo. Yo con las redes que yo me construyo en el mundo.
Hay una quiebra.
Se han roto en cierto modo los lazos comunitarios de las sociedades. En ese sentido, lo que puede ser una ética individual ya no es ética, porque ética es la referencia a unos principios comunes que se aceptan. Esto ha sido amplificado enormemente por un modelo de crecimiento económico y de organización económica que la gente llama capitalismo, pero que yo creo que es insuficiente porque hay muchos tipos de capitalismos. La historia de que el capitalismo en general pervierte los valores éticos es una historia totalmente ideológica, pero lo que sí ocurre es que el tipo de modelo de organización económica que hemos vivido en los últimos 15 o 20 años sí que maximiza la idea de que todo me está permitido con tal de ganar dinero, independientemente de lo que le pase a la empresa. Y a los clientes. La criminalización de una parte del capitalismo también es fundamental. Se han constituido multinacionales del crimen, en parte ligadas a la descomposición de sistemas como el soviético, en parte ligadas a la reacción en muchos países pobres donde se considera que el único negocio posible es el crimen, la prostitución o la trata de niños. A partir de ahí se genera un todo vale, y si a ese todo vale le enchufamos una tecnología tan potente como es internet, la capacidad de conexión móvil en el mundo entero, una red global de transporte aéreo, una red de comercio marítimo informatizado que comunica todas las economías..., tenemos un problema muy serio. Y esto no se soluciona controlando internet. Primero, porque no se puede controlar, y segundo, porque sería perder el instrumento básico sobre el que funcionan la sociedad de la información y la economía del conocimiento. Sería como intentar controlar los desaguisados del capitalismo o del estatismo soviético cortando la electricidad. El rearme moral tanto de la empresa como de la política es más importante que nunca porque la capacidad tecnológica de desarrollar proyectos potentes es tan enorme que sin un control estamos yendo hacia la desintegración del tejido social.
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