lunes, 18 de abril de 2016

Alta montaña, por Manuel Vicent

Hoy es un domingo de abril. Concédete una fiesta republicana. Te mereces un poco de aire limpio. Como si la política fuera tabaco y uno se fumara tres paquetes diarios, llega un momento en que hay que dejar la política aparte y someterse a una cura de desintoxicación si no quiere uno morir envenenado. Ese último cigarrillo, que no consigues quitarte de la boca, es el que te mata. Así sucede con el telediario o la tertulia que no puedes apagar. Bajo la nube tóxica de la corrupción los líderes agitan su incapacidad congénita de llegar a un acuerdo, una incompetencia en el oficio enmascarada con una catarata de palabras inanes como el coro de ranas que ameniza una charca infecta. Esta murga diaria te obliga a imaginar un balneario de alta montaña o una isla desierta donde podrías regenerar tus pulmones carbonizados. LEER

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