Cuando uno lee, sea el que sea nuestro nivel de competencia y exigencia estéticas, lo que está haciendo es aceptar unas reglas que te invitan a entrar en un mundo que no es tu mundo, un mundo paralelo al que vivimos, con aristas emocionales, históricas, sociales y espirituales que no son como los que nosotros vivimos cotidianamente, pero que nos las recuerdan. Ese lector siempre debe merecer nuestro respeto.
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